Hoy nos vamos a San Millán de la Cogolla.
El rey navarro García III era muy devoto de San Millán, quiso llevarse los restos mortales del santo, que estaban enterrados en el monasterio de San Millán de Suso. El 29 de mayo de 1053 colocaron los restos del Santo en una carreta tirada por bueyes y así emprendieron el viaje, con gran descontento de los monjes. Cuando llegaron al llano, cerca del río, los bueyes se detuvieron y ya no quisieron volver a andar; no hubo forma de obligarlos. El rey y toda la comitiva comprendieron que aquello era un milagro, que San Millán estaba imponiendo su voluntad de no pasar de allí y ser enterrado de nuevo en aquellos lugares. Fue entonces cuando el rey mandó construir el reciente monasterio, al que se llamó Yuso (abajo), en contraposición con el de arriba (Suso).
Hasta al menos el año 1100, coexistieron los dos monasterios, el de arriba, Suso, y el de abajo, Yuso. El primero permanece fiel a la tradición: regla mozárabe y carácter dúplice de doble comunidad masculina y femenina. El segundo, reformado con la regla benedictina. A partir del siglo XII solo hay una comunidad de monjes, la benedictina, con una casa principal, la de Yuso (abajo).
El monasterio fue construido en estilo románico. Es demolido en su totalidad y reconstruido en el siglo XVI, en estilo herreriano, con reformas entre los siglos XVII y XVIII.
El municipio actual se origina alrededor de este monasterio.
¡Espero os haya gustado este reportaje!
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