Seguimos con la serie sobre las cruces que hay repartidas por la ciudad de Sevilla.
Hoy hacemos un recorrido por el resto de cruces del Casco Antiguo y el barrio de Triana.
En primer lugar nos vamos a la plaza de San Julián y allí vemos la cruz del cementerio parroquial de la antigua iglesia de Santa Lucía.
Vamos avanzando por el casco antiguo y nos vamos a la esquina de la calle Feria con la calle Antonio Susillo, en el edificio de viviendas que se encuentra en la esquina observamos esta cruz de forja en la parte más alta.
Bajando por la calle Feria llegamos a la Iglesia parroquial de Omnium Sanctorum.
Adosada a la fachada en una hornacina vemos la llamada Cruz del Garfio o de los Carboneros, antiguamente situada en medio de la calle Peris Mencheta, en dicha cruz había una garfio en el que los carboneros colgaban las
romanas para pesar el carbón que se vendía en todas las
carbonerías que había en la zona.
Entramos en esta iglesia parroquial de Omnium Sanctorum y a ambos lados de la puerta vemos dos cruces.
Primero la Cruz de Caravaca que estuvo situada en la confluencia de las calles Correduría, Cruz Verde y Fera. Es una cruz de hierro forjado, sostenida por dos ángeles tenantes del siglo XVI.
En el año 1840 al igual que otras tantas cruces dejaron de estar en la vía pública para pasar a estar adosada o en este caso dentro del templo más cercano.
En segundo lugar y en el otro lado de la puerta vemos la Cruz de Linos, que marcaba el cementerio que se tuvo que crear en 1649 en la última parte de la calle Feria (desde el mercado a la Resolana) para los fallecidos en la zona por la epidemia de peste. Su nombre viene dado a que ese tramo de la actual calle Feria antiguamente se llamaba calle Linos.
Salimos de la iglesia y seguimos bajando por la calle Feria y pasamos por el cruce de la Cruz Verde, una cruz de forja preciosa y desconocida para la mayoría de los sevillanos, ya que al trasladarse en el siglo XIX desde su ubicación corrió menos suerte que las demás y actualmente se encuentra coronando la torre de la iglesia de Santa Marina donde pasa totalmente desapercibida.
Seguimos nuestro recorrido y en la calle Doña María Coronel muy cerca del cruce con Calle Gerona y sobre la fachada del Convento de las Hermanas de la Cruz, podemos ver esta Cruz de forja realizada en 1926 por la colocación de la primera piedra de la ampliación del convento. Esta es la Cruz de las Hermanas de la Cruz.
Subimos la calle Gerona y sobre la fachada de la iglesia de Santa Catalina y presidiendo la
estrechez de la calle Alhóndiga, podemos ver una cruz
incrustada en una hornacina. Se trata de la la Cruz de Santa Catalina que se encontraba sobre un pilón, en el centro de la
plazoleta del antiguo cementerio, encontrándose éste detrás de la
iglesia y, posteriormente en el centro de la Plaza Ponce de León.
A través de la cercana plaza de Cristo de Burgos, entramos en una recoleta y desconocida plaza, la plaza de Doña Carmen. Reducida plaza sin salida cuya denominación no es oficial, ya que es una plaza de carácter privado, su nombre viene heredado de una histórica barreduela que existió en el mismo solar hasta que se construyó en los años 70 estos bloques. En medio de la misma vemos la Cruz de Doña Carmen realizada también en los años 70.
Seguimos avanzando y en la calle Pérez Galdós en la facha de una vivienda encontramos esta cruz de forja.
En la esquina de las calles Álvarez Quintero con Chicarreros nos encontramos esta cruz de forja adosada a una fachada, colocada a finales del siglo XIX.
Cerca de allí en la Iglesia conventual de San Buenaventura en el altar de la Virgen de la Soledad vemos la Cruz de Caño Quebrado. Entre las actuales calles de Alberto Lista y Laurel se encontraba la Cruz del Caño Quebrado. Era una cruz de madera pero en 1663 fue sustituida por la que conocemos de hierro forjado, con peana de material y cercada por rejas. En 1840 se mandó retirar y recorrió diferentes templos hasta llegar a la iglesia del Convento de San Buenaventura. Esta Cruz en su lugar original dió origen a la actual cofradía de la Soledad de San Buenaventura por eso actualmente se encuentra allí además de ser titular de la misma.
Por último cruzamos el río y nos dirigimos al barrio de Triana y más concretamente al atrio de la Iglesia parroquial y conventual de San Jacinto, allí justo en el cruce de las calles San Jacinto y Pagés del Corro vemos la Cruz de San Jacinto. Una gran cruz de piedra sobre pedestal de cerámica de gran tamaño pero que queda empequeñecida por el majestuoso ficus que hay justo detrás. Al igual que otras muchas marca el lugar de enterramientos por la epidemia de peste del siglo XVII.
¡Espero os haya gustado este reportaje!