El pasado miércoles 16 de mayo Triana se vistió de gala para despedir a su hermandad rociera, la sexta entre todas las filiales y la más antigua de la capital.
A las nueve de la mañana y tras la repleta misa de romeros en la Real Parroquia de Señora Santa Ana, empezaba su camino el Simpecado de Nuestra Señora del Rocío que brillaba como nunca tras la restauración que lo ha devuelto a sus orígenes.
Como dice la popular sevillana, que se cuelguen los balcones y las calles con romero... y así amanecía Triana, con sus balcones llenos de coloridos mantones de manila, el cante, el baile, la algarabía, los rezos y vítores de los romeros, el olor a romero, el gentío alrededor del Simpecado y el séquito de carretas, 35 se pudieron contar.
Todo parece distinto, pero nada cambia en Triana porque es fiel a lo suyo.
Si bonita es la salida por la calles de Triana, más aún lo es la subida al Cerro del Carambolo, como pórtico del Aljarafe y con las vistas de la ciudad de Sevilla.
¡Espero os haya gustado este reportaje!